Antiguo Testamento - Oseas a Malaquías

Oseas fue el profeta del amor de Dios para las diez tribus del reino del norte de Israel durante el reino dividido.

El mensaje de “El día del Señor” de Joel mezcla profecías acerca de sucesos cotidianos, sucesos históricos y sucesos de los últimos tiempos.

Amós era un hombre común y corriente, recolector de higos y pastor de ovejas. Sin embargo, Dios lo usó como uno de sus profetas.

En el libro más corto del Antiguo Testamento, podemos aprender grandes lecciones. Dios habló a través de Abdías para condenar a la nación de Edom porque su pueblo se había alegrado y se había regodeado con la caída de Judá.

Nínive era la ciudad capital de los peores enemigos de Israel en el tiempo de Jonás.

En el capítulo 1, Jonás no fue a Dios. En el capítulo 2, desde el vientre del pez, Jonás acude a Dios, diciendo lo que hará.

El libro de Miqueas registra tres grandes sermones. Este profeta era granjero, pero fue llamado para predicar las palabras de Dios a los líderes políticos y espirituales de las ciudades capitales, tanto de Israel como de Judá.

En su tercer sermón Miqueas predicó: “Dios desea que su pueblo haga justicia, ame la misericordia y se humille ante Él”.

Nahúm profetizó contra uno de los enemigos más despiadados del pueblo de Dios. El imperio asirio conquistó y esclavizó a todas las naciones del mundo con una crueldad indescriptible.

Habacuc era un sacerdote y ministro de adoración y música, que vivió cuando la amenaza de la invasión de Babilonia ya era clara para todos.

Sofonías profetizó acerca del Día del Señor. Se centró por completo en los últimos días, cuando Jesús volverá y Dios juzgará al mundo.

Hageo predicó al primer grupo de exiliados que volvió a Jerusalén. Debido a la hostilidad, el pueblo de Judá dejó de reconstruir el templo y se dedicó a construir sus propias casas.

El profeta Hageo nos muestra cómo fijar nuestras prioridades para la vida. A quienes atraviesan una sequía espiritual o ven que su trabajo no es bendecido por Dios.

A través de la predicación de Zacarías, Dios estaba llamando a su pueblo no solo a ser una ciudad o un templo, sino a volver a su “patria” espiritual de una relación con Él.

Dios dio ocho visiones a Zacarías para alentar y fortalecer a Su pueblo, que estaba impotente y desalentado. Los exiliados tenían pocas armas, muchos enemigos y una tarea enorme.

Malaquías es el último profeta del Antiguo Testamento. Predicó luego del tiempo de Nehemías, cuando el pueblo de Dios tenía una forma de religión que, sin embargo, negaba la realidad de una relación con Dios.

Hay siete ejemplos del pueblo de Dios contestando a Malaquías. Estos siete diálogos pueden llamarse “Siete suspiros de un corazón que se enfría para con Dios”, porque describen los síntomas de un pueblo que ha perdido una relación de amor con Dios.