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EL LIBRE ALBEDRÍO Y JESÚS

Por Rachel Kidd

¿Qué es el libre albedrío?

Escribir o hablar sobre el libre albedrío puede sentirse más como jugar a un juego de destreza contra el tiempo que como un día relajante en la playa. Tedioso como el más minucioso análisis, tratar de entender el libre albedrío puede terminar dándonos un dolor de cabeza palpitante en lugar de claridad. Aquí, estamos discutiendo el tema de la elección y lo que Jesucristo nos dice sobre el poder del libre albedrío, así como la libertad y la responsabilidad que conlleva para brindarte una comprensión más clara del libre albedrío. 

El libre albedrío es el poder de decidir cómo reaccionarás o qué harás en cualquier situación. La belleza de ser humano es la libertad de tomar nuevas decisiones a diario, de hacer promesas y de comprometernos a cumplirlas, así como de practicar la autonomía personal. Si te sientes miserable en tu trabajo, no hay nada que te impida renunciar. Si te sientes atrapado en tu ciudad natal, puedes mudarte mañana. Si quieres volver a correr, puedes atarte las zapatillas ahora mismo y pisar el pavimento. 

Sin embargo, nuestras elecciones generalmente tienen limitaciones, ya sean circunstanciales o limitadas por la sabiduría. Es posible que no puedas renunciar a tu trabajo porque necesitas poder pagar tus cuentas y mantenerte. Quizá no puedas permitirte el lujo de mudarte de la casa de tus padres. Probablemente, ya no puedas correr físicamente debido a una lesión o a la edad. Tal vez estas decisiones estén técnicamente a tu alcance, pero no es prudente tomarlas en este momento o hacerlo siquiera. 

Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
— 1 Corintios 10:23

Este versículo nos recuerda que todas las elecciones tienen consecuencias. El hecho de que puedas hacer algo, no significa necesariamente que debas hacerlo. Deberíamos pensar en las implicaciones de nuestras decisiones y si son sabias. Considerar el momento oportuno y buscar en oración la voluntad de Dios puede ayudarnos a tomar buenas decisiones y ejercer la responsabilidad con la gran libertad que se nos da. 

Pero como cristianos, también estamos comprometidos a tomar decisiones con amor y consideración por los demás. Nuestras elecciones no solo afectan nuestra propia vida, sino que pueden repercutir en la vida de los demás. Cuando nos mudamos lejos o renunciamos a un trabajo, podríamos estar alejando de nosotros a amigos y familiares o poniendo a nuestro equipo en dificultades. Si bien pueda ser una buena opción para ti, podría estar afectando negativamente a las personas que te rodean. 

El siguiente versículo del capítulo nos dice esto, recordándonos que también debemos ser considerados con los demás. 

Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
— 1 Corintios 10:24

Versículos sobre libre albedrío 

El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
— Juan 7:17

Juan nos dice que tenemos la capacidad de elegir hacer la voluntad de Dios, confirmando que, si elegimos hacerlo, encontraremos la verdad. La palabra clave aquí es elección, lo cual indica que tenemos la capacidad de seguir la voluntad de Dios o no. 

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.
— Romanos 8:29-30

En Romanos, se nos dice que Dios sabía de antemano quién sería salvo por Su hijo. Luego los predestinó para la santificación y la salvación. Esto se alinea con lo que sabemos sobre Dios, que Él es omnisciente y justo. Vemos que Dios no está preseleccionando, sino que simplemente sabe lo que sucederá. Esto permite que las personas sigan siendo responsables de sus acciones en la Tierra, mientras siguen reverenciando a Dios como la máxima autoridad. 

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
— 1 Corintios 10:13

Pablo nos recuerda la fidelidad de Dios a través de la tentación y la promesa de su poder. Pienso en el hecho de que Jesús se hizo hombre y enfrentó las mismas pruebas y tentaciones que nosotros. Él tiene esa humanidad en común con nosotros y es realmente capaz de empatizar con nuestras dificultades. Él es tanto Dios como hombre, comprende la lucha por permanecer en la voluntad de Dios y posee la capacidad de salvarnos. 

Para mí, este versículo encarna la pregunta del libre albedrío, ya que explica que tenemos la opción de sucumbir a las tentaciones, pero que Dios también nos proporciona una salida. No somos meros títeres controlados por un titiritero distante, sino que somos individuos autónomos con la capacidad de buscar la guía del Dios todopoderoso.


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Michelle Cruz